Abro el Outlook y me bajan unos cincuenta correos, de los cuales cuarenta son diferentes variantes de: "Sos un amargo, como no fuiste a la fiesta de fin de año de la empresa".
Yo ya conozco las fiestas de fin de año de las empresas. Un poco de alcohol, algo de comida, y un discurso del gerente o dueño, que por lo general culmina en un orgasmo:
-Y por último, quiero felicitarlos a todos, ya que este año la empresa ha facturado un 25% más que el año pasado!
Acto seguido, un tsunami de aplausos, silbidos, ovaciones. Nunca lo pude entender. Todos eufóricos, como si ese 25%, lo fuesen a cobrar en efectivo al día siguiente. Todos siguen cobrando la misma mierda, pero algún superior suelta una felicitación y un tanto por ciento, y todos segregan endorfinas. A mi ese concepto de felicidad no me cabe en la cabeza. Te rompés el culo laburando todo el año, y la recompensa es una palmada en la espalda y una felicitación. Como alguien puede festejar eso?
Para colmo, ahora me tildan de amargo.
La puta madre. A mi se me ha puesto la piel de gallina al observar la obra de Dalí, lloré escuchando a Mozart, a Bach, a Vivaldi. Y ahora, por no querer hacer un trencito loco al ritmo del algún reggaetón, parece que no sé vivir la vida. Y me lo dice alguien que escuchó Pathetique Sonata de Beethoven por primera vez en el Pump It.
Cierro los ojos unos segundos, y me pongo de pie. Mido con quirúrgica precisión las palabras que voy a hilvanar, y me acerco a una compañera. Está tipeando un mensaje de texto con una sonrisa en la cara. Son las 09.30. Me acerco, apoyo la mano en su celular, cierro lentamente los ojos y hago un gesto de negación, esa mueca universal que significa: "No hay caso..."
-Olvidate. Nunca va a dejar a la mujer. Pero nunca. Vos sos y serás siempre la segunda. Para colmo tenés 29 años y te estás empezando a asustar. Querés tener un hijo. Vas a la psicóloga dos veces por semana para que te diga que carajo hacer con tu vida. Le pagás a una tarada que hasta hace menos de un año estaba subrayando fotocopias con un resaltador amarillo, para que te solucione la vida.
Me doy vuelta antes que tenga tiempo de contestarme. Camino unos metros más hacia el fondo, y golpeo con ambos puños el escritorio del gordo Suarez. No se la esperaba. Se le caen las galletitas de salvado y vuelca el yogurt Ser que estaba tomando.
-No te la creés ni vos gordo. Hace un año que intentás hacerle creer a toda la oficina que estás a dieta, pero todos sabemos que al mediodía te vas a escondidas a la parrilla. Mirá como estás! Estás tan gordo que si te caés de la cama, te caés por los dos lados. Encima vivís hablando de tu ex, esa que te dejó hace como dos años. Te hacés ilusiones hasta cuando te manda un mail en cadena con mensajes de fin de año. Me dás lástima.
Me doy vuelta y apunto hacia otro escritorio, pero el gordo alcanza a responderme:
-Vos no sabés nada de mi ex! Además, donde hubo fuego, cenizas quedan...
-Pocas cosas se pueden cocinar con cenizas, Suarez, poquísimas.
Voy hacia el sector facturación. Lorena pasó hace rato los treinta, pero se viste como si tuviese diecinueve. Se cree una diosa total, pero la realidad es que si alguna vez tuvo figura, la perdió hace rato. Tiene un aliento a morgue calefaccionada insoportable.
La analizo un instante antes de hablarle. La miro bien. Si me apuntasen con un arma a la cabeza, y tuviese que tocarla para salvarme, yo mismo apretaría el gatillo. No estoy seguro, puede que mi discurso no haga mella en su autoestima. Debe estar acostumbrada a que la persigan hordas de campesinos con antorchas y crucifijos. La miro y decido atacar por otro flanco.
-Y vos? Cambiaste de carrera para "progresar" en esta empresa. Abandonaste tus vocación, te vendiste, profanaste tus sueños. Y como te pagan? Te dieron el triple de trabajo y te aumentaron el sueldo $200. Vivís esperando que sean las 6 de la tarde, y que llegue fin de mes para cobrar. Vos no estás viva, pero tampoco muerta. Estás en agonía hace años. Para colmo con la edad que tenés y como te vestís, ningún tipo te toma en serio. De día te hacés la superada, la comehombres, y a la noche llorás mientras comes helado y mirás Sex and the City.
Vuelvo a mi escritorio, y me siento. Nadie se anima siquiera a mirarme.
Que me tilden de amargo por no ir a la puta fiesta de fin de año, me lo puedo bancar...
Que sea lunes, vaya y pase...
Pero que no funcione la máquina de café, me pone realmente de muy mal humor.
1 comentario:
Me parece que tendrías que aclarar que el texto no es tuyo. Hasta las imagenes copiaste.
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